jueves, 2 de junio de 2011

Esperando al enemigo, de Gonzalo Calcedo.

Marcha atrás. Creo que es el sentido propio de la marcha humana, hacia atrás. Siempre que las cosas se nos tuercen un poco, nuestra propia armada, a la que mantenemos a pan y agua y fiera, dispuesta a entrar en combate con nosotros mismos en pos de la cordura, saca sus galas y echa la vista atrás para coger fuerzas. El pasado es muy fácil, aún habiendo experimentado las realidades más difíciles y depravadas tendemos a cubrirlo todo de sepia, que evita los matices.
Digo esto porque ahora mismo cogería sin dudar cualquier trabajo de mierda de los que tuve, y un año antes no, un año antes nunca, y ahora, sin embargo.
Hoy entiendo a aquellos que vuelven al pueblo, a los que regresan con sus ex sin ponerse colorados, y forman familia, y silban al pasar por las esquinas soleadas de las calles. Hoy leo a Carver y, de nuevo, me parece grandioso. Hoy leo ‘Esperando al enemigo’, de Gonzalo Calcedo, y no me importa echar la vista atrás, es más, me siento cómoda instalada aquí, en la calidez del relato de la historia dentro de la historia. Y puede, sí, tal vez cogería un trabajo de 780 euros, sí, al menos son 780 euros.