miércoles, 23 de enero de 2013

Consecuencias de la falta de sueño

Llevo más de dos semanas durmiendo fatal, calculo que una media de tres horas y media diarias. La falta de sueño está causada por varios factores que no alteran el producto, esto es, un humor de perros y algunos mareos más propios del estado etílico que del estado sobrio, pero que con la costumbre se hacen hasta igual de agradables. El caso es que ayer, justo cuando mis ganas de matar alcanzaban un nivel máximo y mi mala cara y mis pelos de punta llamaban la atención de los transeúntes, me encuentro con mi tema pendiente en pleno centro de la sevillanía más rancia. Todo el mundo tiene un tema pendiente en su vida, esa historia que no habría sido más que una muesca en el revólver y que, precisamente por no haber podido ser realizada por uno u otro motivo, pasa a convertirse en una mierda mitificada, esto es así. Mi tema pendiente tenía un nombre vulgar, así que mi muy mejor amigo y yo se lo cambiamos en su día por un apodo mucho más apropiado: ‘el sed de mal’. La cosa era así: ¿sabes de qué me he enterado? De que el sed de mal irá a la fiesta, tía, el sed de mal te ha mirado el culo descaradamente, y cosas como esa. Era sed de mal porque por ese hombre habríamos hecho casi cualquier cosa (yo y todas las de COU B, a eso me refiero, lo aclaro porque luego mi muy mejor amigo dice que la gente que lee mis post piensa que él es gay y no, amigos, de mantilla y peineta, pero con novia, ya saben). Bien, pues como iba diciendo, de bruces me doy con el sed de mal que me llama por mi nombre y me da un abrazo y no sé si me he quedado dormida mientras camino y voy soñando, pero huele de maravilla (y yo confieso que no me había duchado en tres días, el invierno es muy malo). Me dice, estás igual, y pienso que es muy falso o que me recuerda como una mierda, pero me pregunta si no tengo nada que hacer y nos tomamos una cerveza, dos, y entonces voy al baño dando traspiés y vomito. Vomito como una cretina, a la segunda cerveza, supongo que por la falta de sueño y el mal cuerpo. Como sea que el tema pendiente tenía entonces (olor corporal y aliento a vómito de por medio) muchas posibilidades de seguir siendo pendiente, me desinhibo, y al llegar a la barra le digo que en el instituto le llamábamos ‘el sed de mal’. Mi pendiente se queda muy serio, y me dice: “Mira, tenía intención de intentar acostarme contigo porque te tenía muchas ganas desde el instituto, pero mierda, haga lo que haga echará al traste ese apodo, el más increíble que alguien me podía haber puesto jamás”. Y ya. Fin. Siguió siendo pendiente. Mi muy mejor amigo dice que seguro que la tiene pequeña y que no quería que le cambiáramos el apodo por el mini sed de travesuras, pero ya saben, amigos, este es mi consejo de hoy, que el alcohol o la falta de sueño no les haga hablar más de la cuenta, carajo.

jueves, 10 de enero de 2013

Pillar al jefe

A veces aplaudo el escaqueo, como el resto de mortales, supongo, aunque no suelo practicarlo, qué sé yo, quizá por negligencia. Pero el otro día el sol del invierno y ni un solo jefe así que pensé: están todos de vacaciones, autobús y al centro, porque me gusta el centro en las mañanas de invierno con sol y todo el mundo buscando regalos de última hora mientras yo breve paseo y chocolate con churros, nada más allá de la media hora, no piensen mal, pero cambiando el entorno. El problema viene cuando entro a la chocolatería y me siento en una mesa al fondo y a mitad de mi humeante taza veo entrar al jefe con una secretaria de la segunda planta, acarameladitos, comprando cuarto y mitad de bombones para darse un capricho, y me falta leer el periódico al revés porque he visto a la mujer del jefe antes, la conozco, y es más guapa que esta secretaria del segundo, claro que la belleza no lo es todo, no, y con la garganta escaldada y el churro atravesado intento pagar y salir sin llamar la atención para que no me pillen, para que encima no me pillen pillando. No me sorprenden las decisiones de los jefes desde que hace años uno se esnifó mi sueldo de un mes en una noche y me lo confesó así de sincero cuando me lo encontré en un bar a las cuatro de la mañana, mañana no cobras porque me lo acabo de esnifar, total, tampoco cobras tanto, me dijo el muy cabrón con la cara embotada y soñolienta. En esta ocasión espero no comprobar en mis carnes las consecuencias de este escaqueo mañanero, ya que en aquella otra ocasión que os cuento, esa de la noche loca y mi conocimiento accidental de ella, acabó pagándome el FOGASA. Pasen y vean.

jueves, 3 de enero de 2013

Lo que piensas que pasará y lo que pasa en realidad

No suele coincidir, digo, lo que uno piensa que pasará y lo que pasa en realidad, y eso explica fácilmente por qué vamos con mucha expectativa a esos cotillones de Fin de Año y al final sólo pasamos frío y sueño, mirándonos los pies y pisando lodo alcohólico con restos de papel confeti. También puede explicar por qué vas a una cita agachando la cabeza convencido de que será un desastre y te sorprendes regresando a las tres de la mañana con ganas de gritar de felicidad, claro que en este segundo ejemplo puede que tuvieras el estómago más vacío y te hubieran cabido más cervezas o más gintónics, depende. Cuando uno cree que se lo pasará mierda bebe para darle al alcohol el control de la situación, y siempre que le des rienda y media (no las dos, tampoco es cuestión de acabar en coma etílico), la cosa suele manejarse sola mucho mejor de lo nuestras torpes expectativas sabrían conducirla. Lo chungo es cuando me imagino que bebo un poco y me desinhibo y digo lo que quiero decir y la cosa funciona, y en realidad bebo demasiado y hablo más de la cuenta y me entero de cosas que nunca habría querido saber y por supuesto me quedo sin follar una vez más. Pero coño, qué bien nos lo pasamos, ¿no? Viva el 2013.
http://www.jazno.net, qué pedazo de maniquíes.