miércoles, 20 de febrero de 2013

Un final trágico, por favor

En días como hoy, en los que el médico de cabecera me pregunta cuando voy a verla si fui una hija deseada o si nací vía cesárea o vaginal, aunque haya ido a la consulta sólo porque me duelen las muelas y no tengo para pagarme el dentista privado, es cuando clamo al cielo un final trágico, por favor. Si no para las doctoras de cabecera (que se enfadan si las llamas así e insisten en que son médicos ‘de familia’, por favor, que para eso tienen la titulación), al menos para mí, para poder meter la cabeza en un boquete y descansar de tanta desfachatez. Pero hoy he pedido ese final trágico con la boquita pequeña, porque en la sala de espera estaba yo leyendo ‘Piezas en fuga’, de Anne Michaels, y una chavala muy joven se ha acercado a preguntarme si estaba bien la novela, porque ella conocía sólo la poesía, gracias a su profesora de literatura. Ah, una pena que fuera una chica y no un tío bueno, pero en fin, le he dicho que estaba muy bien, y me ha contestado, uf, es que no sé si atreverme, estoy hasta el coño de las novelas sobre las víctimas de la segunda guerra mundial y tal, y bueno, yo le he dicho que pensaba que esta era un poco más que eso, en realidad, que le van a encantar los tres narradores, que se va a identificar con el último, aunque sea un hombre, y se ha encogido de hombros, así que bueno, nadie dijo que fuera llegar y topar, los rayos de luz entre las nubes negras no siempre son cosa buena, a veces te dan directamente en los ojos y te dejan cegata, joder, que te quejas por todo, Diva. Supe inmediatamente quién era su profesora de literatura, mi amiga la que escribe ha pillado una interinidad, ah, empuerquemos el cerebro juvenil con calidad, poco a poco, oh yeah...