jueves, 22 de diciembre de 2011

No me río, luego existo

No consigo verle la gracia a este libro, ‘Juego de azar’, de Slawomir Mrozek. No le pillo el chiste, aunque el que me lo recomendó me habló de sentido del humor del insigne autor, y tal, me deja como fría, y es que me da una sensación muy mala, justo, justo, como si ya me lo hubiera leído antes. Y pienso, son cortos, pero me acordaría, ¿me acordaría?, 34 relatos breves y supuestamente simpáticos. Y leo con desinterés lo que el autor me cuenta, que si uno se ahoga y otro decide salvarlo sólo cuando tiene el público suficiente, que si uno decide que cambiará a partir de ‘mañana’ pero se despierta pensando que siempre es hoy, y me suena a chiste viejo y facilón.
Me estoy volviendo una descreída.
Quizá los análisis irónicos sobre la condición humana ya no me conmueven, ¿y si dejáramos de reírnos y nos lo tomáramos en serio? A lo mejor todo seguía igual, o a lo mejor se hundían todas las cadenas de tiendas de lipocavitación y depilación láser que han proliferado en mi barrio, todas las chonis pueden ahora tener un accidente sin miedo de que el ATS que les corte la ropa del mercadillo se horrorice de ver qué hay debajo. Quizá sin eso el mundo sería un desastre. La condición humana es lo que tiene, que es mejor tomársela a broma, porque si te la tomas en serio, como Pablo Gutiérrez en su blog, justo en esta entrada, la gente se queda muda y no pueden poner nada gracioso en los comentarios, porque nada tiene ya gracia.
A mí se me ocurren un par de cosas con cierta gracia irónica, igual debía escribir un librito de capítulos cortos para que la gente pensara, joder, me he bebido 150 páginas en dos viajes de metro; son cosas divertidas de verdad, como que me ha llegado un mail de mi becario para que nos veamos estas Navidades (igual pido precio en alguno de esos negocios de depilación definitiva, sólo porque me gusta la palabra, que es la única que no te deja arrepentirte jamás de nada), y más detalles simpáticos, como que en el correo me dice que he tenido suerte de salir de aquel trabajo y conseguir otro, porque no aguanta a mis ex jefes. Ahora sí, ahora sí tengo ganas de pintarme los labios de rojo puta, ahora sí me da la risa.