viernes, 4 de marzo de 2011

Premonición

Ya hace tiempo que lo acabé, 'Premonición', de Pepe Cervera, digo, pero he estado perezosa. A veces me pasa eso, que me quedo suspendida en el tiempo, contándome las calvas nuevas que me salen, limpiándome la mugre de las uñas con un palillo, con la cabeza completamente ida, asumiendo posiblemente que fracasaré en la vida por no saber aplicarme eso que ya rezaba el I-Ching de que es propicia la perseverancia. Ah, yo lo hubiera reescrito: es propicio el peloteo, el pasilleo, la lamida turgente de ojete ajeno, sí, ¿la perseverancia?, pues bueno, eso puede que también ayude además (todos sabemos que no hay nada como una lengüetada perseverante).

Pero yo he venido a hablaros del libro (del mío no, obviamente, ah...). Y es que me ha pasado una cosa rara con ‘Premonición’. Mientras lo leía me gustó bastante, disfrutaba algunos textos con fruición y me apiadaba del padre-ruina de uno de sus cuentos, un personaje con un hueco en el centro de la palma, como Jesucristo, de él y de sus sufridos condiscípulos, que pasan mucho frío en el coche teniendo el Mc Donalds tan cerca, sí, pero luego me pasó que lo acabé, lo maduré, y pensé: vaya, eliminaría el primer cuento y el último de este libro, porque se salen de todo, de estilo, de tono, qué raro. Y ahora ocurre que ha pasado más tiempo, y ya sólo me acuerdo del primero, del último y de esos personajes sin gasolina que pasan frío a la puerta del McDonalds, de ese relato que tiene el mismo título del libro y que es, a todas luces, el mejor de la compilación, tal vez, por el que vale la pena comprar el libro entero.

Mientras encuentro algo bueno que leer, yo seguiré aquí, evitando los pasillos y los ojetes ajenos, esperando el dulce momento en que la guillotina laboral caiga sobre mi cabeza. No sé, es algo así como una Premonición.

2 comentarios:

  1. "Premonición" es a la literatura lo que el bocadillo de calamares a la alta cocina: calma el hambre, depende del hambre, algo hay que comer a veces. Si no es osadía arrojo aquí dos titulillos así, al volapié: "La ciénaga definitiva", de Giorgio Manganelli; y "Actas relativas a la muerte de Raymond Roussel", de Sciascia (Y ya puestos, "Locus Solus", de este muerto). Tampoco son grandes hitos, pero yo, que sólo leo ya aquello que leen menos de mil personas en todo el país, sólo puedo recomendar eso.
    Prueba a echarte un ungüento de aloe vera sobre el cuero cabelludo. Obra milagros.

    Saludos.

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  2. Gracias Franzl por los consejos, en cuanto a lo literario los seguiré, tengo los ojos abiertos a cualquier sugerencia, de Sciascia conocía 'Todo modo' y alguna otra, pero no la que propones, apunto, apunto. En cuanto al remedio médico, ah, probé todo, el Aloe me produce descamación del cuero cabelludo y al mismo tiempo, del sentido de la amistad, no sé qué relación pueden tener ambas dos, un médico me dijo primero que era cosa de un virus, luego cambió su diagnóstico y dijo que era el estrés, la amistad y la piel se resintieron en ambos casos. Un abrazo

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