miércoles, 4 de abril de 2012

¿Qué son tus manos? ¡Máquinas de matar!

Mi amiga la que escribe dice que una vez dejó un trabajo porque le dieron ganas (reales) de hacerle daño físico a una compañera de trabajo. Dice que le dio miedo pensar que tenía posibilidades de ganar en una pelea cuerpo a cuerpo contra ella. Si yo hubiera dejado un trabajo cada vez que he planeado cómo cargarme a mi superior estaría en la cola de la beneficencia o sería directora ejecutiva de algo, supongo.
Hoy es miércoles santo, está todo nublado y la gente cofrade de esta Sevilla no es solidaria con la agricultura, llora porque no salen los pasos, y mi ira asesina se despierta.
Hoy sí me doy miedo, en el trabajo no hay apenas nadie a esta hora y podría hacerlo y huir sin ser vista, perderme entre lo gris, creer que he triunfado, ah, mierda, qué fácil podría ser, qué fácil. Mi becario se ha ido a una despedida de soltero al Caribe (¿con tu sueldo? Creo que no me dice la verdad, creo que le han ascendido) y tampoco está aquí para calmar mi furia ciega de miércoles santo contra esos jefes del mundo a los que no les importa el trabajo bien hecho sino el quedar como perfectos figurantes. Casi todas las vírgenes que paseáis están tristes, ¿no os habéis dado cuenta?, por eso llueve, todo lo llama. La impostura, eso que tanto se lleva en las oficinas y las calles del sur esta temporada, en esta tierra podrida que se crece cuando llueve, que parece más limpia sólo para engañarte. He vuelto a leer a Foster Wallace. Esto no pinta bien.

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