jueves, 10 de mayo de 2012

La gente se muere o ‘Siameses’, de Gonzalo Calcedo

Tengo un muy buen amigo, el mejor, diría yo, y que no es el becario. Mi amiga la que también escribe y él son el 100% de mi vida social desde hace demasiado tiempo. A él le llamaremos en este foro mi muy mejor amigo. Mi muy mejor amigo dice que quizá el becario (que efectivamente ha sido ascendido pero que para mi y para mi blog seguirá siendo ese becario modoso que se quedó con mi empleo) se mantiene alejado de mi porque le asusto. Pues que se compre un mono, pienso yo, y no sé si realmente la frase encaja en la situación con algo de sentido. El becario ya no viene a casa, ya no trae palomitas ni coca colas, no sé si contestaría a mis llamadas porque tampoco he marcado su número en mucho tiempo. Tal vez el becario me asuste a mi más que yo a él, con sus buenas intenciones y mi idea de que detrás de todo eso hay ponzoña oculta. Mi muy mejor amigo dice que los filósofos de la sospecha se quedan mamando a mi vera, que para mi sólo lo terrible es verosímil. Ah, y creo que tiene razón. Si está contigo es porque le gustas, mierdosilla, ábrele la puerta, me dice, pero no, no es tan fácil, porque el becario toma decisiones, me deja aquí una semana entera y se va al Caribe con gente que no conozco, con gente que le conoce en otro ámbito que yo ignoro, pensando sólo en divertirse, actuando de manera irresponsable, como obviando que la gente sufre, que la gente se muere (incluso gente joven), y por fuerza hay mucho oculto ahí, mucho hueco para las malas intenciones. Tonterías, dice mi muy mejor amigo, mientras se zampa un menú del McDonalds en el que piden que seamos civilizados y reciclemos los envases (¿desde cuando en el McDonalds hacen recogida selectiva de residuos, me pregunto?, y luego éste quiere que no vea la conspiración detrás de todo, mi muy mejor amigo es un ingenuo). Si no paras de leer a postmodernillos de mierda no vas a dejar de sospechar de las intenciones del pobre chaval, que probablemente pensara que por fin había encontrado a una tía con la que estaba a gusto y que no sabe cómo se ha jodido todo, mierdosilla, eso me dice, y sonríe con toda la cara, no una sonrisa de labios obligada, no, sonríe con toda la cara, ojos, cejas, nariz, sonrientes todos ellos, en la vida todos no somos personajes de Gonzalo Calcedo, me dice, hay gente que tiene esperanza. Y sí, puede que sea eso lo que he perdido en el camino, y puede también que no debiera haberle dicho que ‘Siameses’ me tiene atrapada, no, no es bueno que tenga tanta información, porque me deja sin argumentos.

1 comentario:

  1. Mientras hay muerte, hay esperanza. Creo que se lo leí a Lampedusa.

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