lunes, 30 de julio de 2012

Debajo de la ventana

En verano, en esta ciudad calurosa, se escuchan muchas cosas con la ventana abierta. Al abrigo de la nocturnidad la gente se pega al muro en busca del frescor del ladrillo y se pone a darle al palique como si estuvieran a salvo o fueran inmortales. Y da para mucho, por lo que parece. En dos semanas he escuchado confabular contra el presidente de la comunidad; cómo una tierna adolescente le contaba a su amiga los motivos por los que iba a dejar al novio (principalmente, que no le gustaba el sexo con él); el complot infantil para que un tal Alfonso no pueda jugar más al escondite por tramposo; las quejas sobre el trabajo de la limpiadora del bloque; las voces, por dos veces, de un vecino hablando por el móvil y contándole a los compañeros los pasos que han de dar tras el ERE; las amenazas sobre riegos con cubos, amenazas firmes, del vecino del primero, si la gente ociosa no cerraba el pico, acostaba ya a esos infantes sin hogar o bajaba el volumen; pero lo mejor fue una conversación de unos padres maduros justo debajo de mi ventana: oye, ¿lo hiciste?; pues sí, me quedé más a gusto que un arbusto; ¿y ahora qué?; pues nada, una vez hecho ya es como si no fuera mi problema; ¿y tú crees que sospechará de ti?; ni de coña, hace más de año y medio que ya no está, nadie iba a atar cabos; qué dos cojones tienes, qué dos cojones, ¿y mereció la pena?; pues claro tío, esto es algo que podré contarle a mi hijo, eso sí, cuando crezca y pueda entenderlo, ya sabes. No puede dormir en toda la noche pensando en las posibilidades.

4 comentarios:

  1. tremendo...

    (por acá retumba una pareja indefinida que propaga el placer de la vida contra el eco de este fondo)

    ResponderEliminar
  2. Ha escrito usted una novela. Me ha jodido bien. Algo así es lo que yo llevo tiempo queriendo hacer y no lo consigo. Y no ha tenido ni que moverse de casa. Lo mejor de todo es eso que no se cuenta y que nos hace tener miedo. Esa cosa atroz, muy atroz, que anda en el ambiente. Joder joder. Mi teoría es que con una pared fina se puede hacer un gran historia. Y este texto es la prueba. Si me dejase llevar la mandaría a usted a la mierda, pero se me notaría demasiado que me consume la envidia.

    ResponderEliminar
  3. Estimado Juan, no soy yo, soy yo y mis circunstancias, aunque circunstancialmente su blog forma parte de todo, puede que tengamos que compartir los derechos algún día, no se crea.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. O eso, o que nos contraten como dúo cómico, que es otra opción, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard

      Eliminar