jueves, 28 de noviembre de 2013

El regalo envenenado

Cuando dije que con el nacimiento del bebé se había producido mi muerte social definitiva hablaba en serio. No os imagináis la cantidad de supuestos amigos que no han venido a ver al bebé, intuyo que por una expansión clara del raterismo sevillano, esto es, por no tener que hacerle un regalo al niño. En los pocos casos de visitas sinceras que se han producido, tres venían con las manos vacías (porque no sabían qué comprar, ya lo tendría todo del primero, y bueno, ya cuando haga el añito), tres han hecho regalos sinceros, gracias (una de ellos pañales, no hay mejor regalo en el mundo), y uno me ha dado un regalo envenenado, feo, inútil, sin ticket regalo y con media etiqueta. Como era del Corte Inglés fui a cambiarlo por otra cosa y la dependienta se rió de mi al verme sacarlo de la bolsa. Me explicó que yo traía en mis manos lo que ellas denominaban 'el regalo envenenado'. Desde hace al menos cuatro temporadas (el tiempo que ella lleva trabajando allí, pero no puede asegurarme si la cosa venía de antes) al menos cuatro madres distintas han intentado cambiarlo. Se ve que sin resguardo y con sólo media etiqueta el Corte Inglés no lo cambia, las madres se lo llevan y lo endiñan a otra madre cuando nace otro niño, y así en una espiral de raterismo reconcentrado. La dependienta se disculpó por no poder hacer nada, ya que ni siquiera era de esa temporada, y yo le dije que no se preocupara. No sé si endiñarlo yo en alguno de los nacimientos de mi oficina o dárselo a mi hijo como poderoso amuleto anticrisis. Nunca se sabe.

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