viernes, 14 de enero de 2011

Es simbólico

Está bien, es este un blog de literatura y no de cine, pero ah, a veces están tan relacionadas ambas cosas... Saliendo de la adolescencia vi una película romántica pretendidamente alternativa en la que trabajaba Sarah Jessica Parker cuando aún era la tía fea del grano, y en ella Ben Stiller interpretaba a un artista muy místico que pintaba un mural en el escribía Amor=Vida=Muerte y lo calificaba de 'Simbólico'. La fea del grano le decía, no, no es simbólico, ¿ves?, lo has escrito, las palabras están aquí puestas, no es simbólico. Y una cosa tan obvia debería haberle dicho alguien a Francisco López Serrano en su 'El Hígado de Shakespeare'.


Poco después de darme cuenta de que no ganaba ningún premio literario más tras mi premio, el premio (que no había segunda vez, segundo cheque, segunda experiencia sexual que hace que una piense que la primera tuvo su sentido), me dijeron: "Este tío ha ganado cosas". Y quise ver. Ah, error.

Podéis decirme: "Querida Diva, ese libro es del año 2000"; pues sí, cierto, y no he leido más porque me da miedo gastarme las pocas perras de las que dispongo en su flamante Premio Setenil 2010, porque lo que es este hígado es la muerte explícita de lo simbólico.

Tras obligarme a mí misma a mantener los ojos abiertos mientras leía el relato que le da título a la obra me daba la sensación de estar leyendo a un amigo antiguo que se fue tres meses a Inglaterra y vino preguntando: "¿Cómo se le decía en español a esa verdura que es morada por fuera y blanca por dentro?". Con una primera persona igual de pretenciosa, pobre y descriptiva en exceso, que abusa del adjetivo e induce a pensar que un personaje principal que es todo crítica acabará en el fondo del agujero más profundo dándose cuenta de su naturaleza también miserable, te encuentras con que no, ah, no, no, pero si sale airoso, triunfante, y para rematar, hace un chiste de culos, oh... Aviso a los lectores, me encantan los chistes de culos, me río como la que más, tapándome los morros con la manita, no vayan a pensar, pero no entonces, no ahí, no de cierre en esa larga lista de despechos.

El resto de relatos sigue la misma línea, el perdedor gana pero pierde pero gana pero pierde, y me pregunto, ¿es mi aversión a la muerte de lo simbólico una consecuencia directa por redondear las historias en los cuentos? El cuento circular, donde esto lleva a aquello, donde todo se concluye. Tal vez sea eso lo que me chirría aquí, cuando la vida es tan simbólica que un cuento no puede más que contarme un chiste obvio no me dan ganas de creer en la literatura.

Hay dos cuentos que destacan, sí hombre, no todo iba a ser negativo. En los dos, el protagonista es un asesino frío y esquizofrénico que me deja lugar a la sonrisa (señor López Serrano, no venga usted a asesinarme) y a la esperanza: 'Al final de tus pasos' y 'Roadrunner' al menos tienen en su favor la baza de lo políticamente incorrecto, aunque tampoco dejen nada a la imaginación.

Pero, en fin, el único cuento que aún me hace dudar de si agenciarme un segundo titulo es 'Juegos florales' (siempre que obviemos su final cantado a gritos). La técnica no es muy minuciosa, pero el tema me llega: cómo un jurado de premio literario selecciona las obras. Me quedo con esta frase: "En una primera criba le fue suficiente con leer el título de algunos para desecharlos de inmediato". Quédense ustedes con el mensaje: titulen bien, queridos amigos, porque detrás de un título llamativo puede no haber nada, pero detrás de un título mediocre... ¿quién se para a abrir los libros con títulos mediocres?

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