martes, 29 de mayo de 2012

No voy a la feria del Libro porque estamos a fin de mes desde el día 15 (y estoy mejor, gracias)

Mi amiga la que escribe y mi muy mejor amigo estaban preocupados por el tono infinitamente oscuro de mis últimos post y amenazaron con llevarme a la Feria del Libro de Madrid, a ver si así me animaba. Me alegra ver que mis casi dos únicos lectores se preocupan por mi salud mental, pero decliné la invitación, no, por Dios, no me sometáis a semejante tortura de lomos brillantes y listaca de autores buscados porque últimamente estamos a fin de mes desde el día 15. Me imaginaba delante de las casetas como la niña pánfila del cuento de las cerillas, con la cara pegada al cristal imaginando una bonanza económica siempre prometida (si estudias, hija, si estudias), pero nunca degustada. Como no fumo, no tengo ni mechero que chispear, menos mal que es Sevilla y mayo y no hace falta calentarse. Así, en lugar de irme a la Feria del Libro me fui a la playa con dos bocatas, a respirar salitre y a ponerme una rebequita cuando atardece, a volver a ver a mi amigo costero de la adolescencia y a preguntarme una vez más cómo es posible que sobreviviéramos a ella y cuál será el grado increíble de divergencia entre nuestros dos conceptos de amistad, a preguntarme qué me pondré para su boda, a sentir que me hace ilusión ir, que me haya invitado. No me llevé ningún libro, a ver si va a ser verdad que he de desengancharme de la lectura postmoderna.

2 comentarios:

  1. Yo iría a la feria y le cantaría las cuarenta a los postmodernos. Y recuperaría las cerillas y le cantaría las veinte en bastos a toda la industria.

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